El 15 de diciembre de 1972, la Asamblea General de la ONU designó el cinco de junio como Día Mundial del Medio Ambiente ya que, en esta fecha, se inició la conferencia sobre el Medio Humano, celebrada en Suecia. Veinte años después, la Asamblea General convocó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD). En esta ocasión, los gobiernos se reunieron para tomar las decisiones necesarias para llevar a cabo los objetivos de la Conferencia de Estocolmo y para asumir el compromiso de alcanzar un futuro sostenible para la Tierra.
La política ambiental supone, principalmente, dos grandes retos. Por un lado, es necesario desarrollar capacidades de producción que no supongan un gran impacto sobre los recursos naturales y, por otro lado, minimizar los efectos sobre el medio ambiente durante estos procesos productivos.
Este día es uno de los principales vehículos que las Naciones Unidas utilizan para fomentar la sensibilización mundial sobre el medio ambiente y promover la atención y acción política al respecto.
Los objetivos son darle una cara humana a los temas ambientales, motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más prospero y seguro.
Actualmente, nuestro planeta trata de
ofrecer los recursos necesarios para sus 7 billones de habitantes (9 millones en
2050), sin embargo, FAO estima que un tercio de la producción alimentaria se
pierde o es desechada. Este hecho es altamente perjudicial para las fuentes
naturales de recursos y genera consecuencias negativas en el medio que nos
rodea.
La campaña Piensa-Aliméntate-Ahorra
quiere animarte a actuar. Quiere que seas testigo de cómo ciertas decisiones
reducen el volumen de desechos, ahorran dinero y disminuyen el impacto medio
ambiental de la producción de alimentos.
Si desperdiciamos comida, significa que
todos los recursos empleados para producirla también lo son. Así por ejemplo,
producir un litro de leche supone gastar 1.000 litros de agua o producir una
hamburguesa 16.000 litros... Todas esas emisiones de gas durante el proceso
habrán sido en balde si desechamos alimentos.
De hecho, la producción global de
alimentos ocupa un 25% de la superficie habitable, un 70% de consumo de agua, un
80% de deforestación y un 30% de gases. Es, por tanto, uno de las actividades
que más afectan a la pérdida de biodiversidad y a los cambios en el uso del
suelo.
Pero, ¿qué significa tomar decisiones
informadas? Elegir aquellos alimentos cuyo impacto al medio ambiente es menor,
es el caso de la comida orgánica en la que apenas se usan productos químicos. O
adquirir productos en mercados locales en los que se sabe que no ha sido
necesario el transporte y por tanto, no han supuesto tantas emisiones de gas.
En definitiva, se trata de que
pienses antes de alimentarte y así ahorres
para proteger el medio ambiente.